lunes, 6 de agosto de 2007

Pequeño, ... Pero mátón

(Rhynchophorus ferrugineus, una grave plaga para las palmáceas)

No sólo el tráfico de especies exóticas puede provocar un efecto negativo sobre los ecosistemas (por razones tales como la competencia por el alimento o los nutrientes, la ocupación del hábitat por la especie introducida, entre otras causas). Muchas veces, de modo no intencionado se introducen especies utilizando otras como vehículo de expansión.

Un ejemplo de ello podría ser el picudo rojo (Rhynchophorus ferrugineus, Olivier 1790), también conocido como escarabajo o curculiónido ferruginoso. Es un gorgojo de la familia de los Curculiónidos que actualmente se considera una de las plagas más preocupantes para las palmáceas.

Es originario de las áreas tropicales del Sudeste Asiático y Polinesia. El creciente aumento de la importación de palmeras asiáticas para abastecer el mercado desencadenó su expansión hacia el oeste.

Su entrada en España se produjo por la costa andaluza mediante la entrada de palmeras datileras adultas infectadas procedentes de Egipto y destinadas a la jardinería. Fue detectado por primera vez en Almuñecar (Granada) en 1995. Posteriormente, en localidades del litoral malagueño y de la Comunidad Valenciana (2004), cuya importancia en esta última zona es indiscutible, debido a la elevada densidad de palmeras presentes en ciudades como Elche, cuyo palmeral (con más de 200.000 ejemplares) se encuentra reconocido por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.


Se ha detectado, principalmente, en la Palmera datilera (Phoenix dactylifera) y Palmera canaria (Phoenix canariensis). También en otras como el Cocotero (Cocos nucifera) y la Palmera de Guinea (Elaeis guineensis).

El ciclo de vida del insecto es de tres a cuatro meses, y con un total de hasta cuatro generaciones al año. Cada hembra puede poner unos 350 huevos. En una misma palmera se desarrollan varias generaciones hasta que la planta muere, momento en que los adultos la abandonan para colonizar una nueva palmera y repetir el proceso. Pueden realizar vuelos de desplazamiento de hasta cinco kilómetros.



La hembra adulta hace la puesta en la corona de las palmeras más tiernas. Las larvas al crecer penetran el tronco alimentándose del sistema vascular del tallo y labrando galerías. Come y tritura el tronco, produciéndose una fermentación (aumento de la temperatura interior y fuerte olor).


La detección temprana del picudo rojo en las palmeras es difícil, ya que el daño de la larva es muy complicado de observar, al encontrarse en el interior del tallo, de modo que la afección suele ser irreversible.


Los síntomas que se pueden detectar en los ejemplares de palmera afectados son:
- Hijuelos secos o sueltos, que al desprenderse fácilmente presentan fibras comidas en el punto de unión.
- Palmas externas desprendidas, que presentan al desgarrarse galerías en la zona de inserción del tronco.
- Aspecto desplomado de la corona.
- El ojo de la palmera (o yema principal) se muestra desplazado o no existe, y adquiere una tonalidad amarillenta.
- Presencia de orificios en los cortes de las tabalas.
- Palmas en forma de punta de flecha.
- En todas las especies, la fibra atacada presenta una coloración rojiza, ligeramente humedecida y con un olor ácido característico, debido al proceso de fermentación.


(foto: palmera afectada gravemente con picudo rojo. Se puede observar claramente el aspecto desplomado de la corona).

Como posibles métodos de control a esta plaga tenemos:
- Confirmar la presencia de adultos mediante trampas cebadas con atrayentes sintéticos (feromonas de agregación).
- Las palmeras más afectadas deben arrancarse y quemarse para evitar la salida de adultos y su dispersión.
- Realizar riegos abundantes en junio y julio.
- Aplicar dosis dobles nutricionales para potenciar la subida de savia.

En la prevención resulta esencial la exigencia del pasaporte fitosanitario a las palmeras de importación, así como la inspección de las palmeras procedentes de países no pertenecientes a la Unión Europea y su sometimiento a medidas de cuarentena previas a su introducción.


Bibliografía consultada:
- Sociedad Española de Entomología Aplicada
- Consell de la Joventut d'Elx. Area de Medi Ambient. Campaña de Voluntariado Ambiental “Tod@s contra el picudo rojo”

viernes, 3 de agosto de 2007

La flora de la playa del Tamarit

Nos encontramos inmersos en pleno período estival, momento del año en que nuestras costas sufren un drástico aumento de densidad de población. Seguramente en la mayoría de playas pasa desapercibido el hecho de que estos lugares han sido, en mayor o menor medida, h@bitat para muchas especies.

Por desgracia, el continuo impacto ambiental recibido en la costa ha hecho que el ecosistema dunar propio de este ambiente se vea relegado a pequeños enclaves, donde aún resiste casi “milagrosamente” el avance progresivo del crecimiento urbanístico llevado a cabo en las zonas litorales. Y... ¿qué tipo de vegetación presentaría una playa “natural”? Observemos lo que podemos encontrar en la Playa del Tamarit, situada en las proximidades del Parque Natural de las Salinas de Santa Pola, en Alicante, un área a caballo entre las salinas y las últimas construcciones de la ciudad de Santa Pola.

Flora de la playa de Tamarit


Para conseguir un conocimiento de la vegetación y fauna presente en la playa es ineludible hablar de un Parque Natural que queda muy próximo: hablamos del Parque Natural de las Salinas de Santa Pola. Las salinas constituyen junto con las lagunas del Hondo, Torrevieja y La Mata, la red de Humedales del sudeste alicantino. Uno de sus mayores focos de interés radica en su contribución al mantenimiento de reproducción de numerosas especies de aves acuáticas y de fauna piscícola, de las cuales hablaremos en próximos artículos.

Gran parte de las Salinas están vinculadas al proceso industrial de obtención de sal. En la zona de influencia del parque (como es el caso de la playa del Tamarit) e incluso dentro de los límites del mismo se dan otros ambientes que favorecen la diversificación del paisaje y de las comunidades de animales y plantas que la habitan.


Las plantas que habitan en estos ambientes deben ser capaces de soportar una elevada concentración de sales, presentes tanto en el agua, como en la tierra y en el aire. Estas plantas, llamadas halófilas (que toleran la sal), poseen distintas adaptaciones para sobrevivir: algunas como la “alacranera” (Arthrocnemum macrostachyum) acumulan agua para compensar la diferencia de presión osmótica (debida a la concentración de sal) y se transforman en plantas crasas. Otras, como las “saladillas” (Limonium sp.), eliminan el exceso de sal mediante “pústulas” en tallos y hojas. Los factores más determinantes para la colonización y el asentamiento de las comunidades biológicas en la playa son: la movilidad del sustrato, la escasez de agua y la alta concentración de sales.

La playa presenta una distribución de las especies en bandas paralelas a la línea de costa según el grado de resistencia a la salinidad. Desde el mar hacia el interior se puede observar una primera banda de arena compactada, delimitada por la influencia del oleaje, aportándole humedad y acumulación de restos orgánicos. Por detrás de esta línea, los granos de arena pierden la humedad adquirida, de modo que son transportados fácilmente por el viento y se detienen al encontrar el menor obstáculo, originando las llamadas dunas embrionarias o pioneras. En ellas suele desarrollarse plantas como la “grama de las dunas” (Elymus farctus).


Las comunidades mejor adaptadas a la primera línea de dunas son específicas de este sustrato, y aunque son especies en general con amplias áreas de distribución, resultan lógicamente muy afectadas con la regresión del medio dunar como consecuencia de la expansión del medio urbano. Conforme nos adentramos, las dunas van consolidándose (dunas fijas), gracias al freno que supone al avance de arena la presencia de una vegetación más espesa, entre la que podemos encontrar el “barrón” o “borró” (Ammophila arenaria), la “azucena de mar”o “lliri de mar” (Pancratium maritimum) y el “carretón de playa” o “l’alfals marí (Medicago marina).

Estas dunas juegan un papel esencial como barrera protectora de las comunidades biológicas situadas tierra adentro, frente a los vientos marinos. También desarrollan una importante tarea favoreciendo la implantación de otras especies al disminuir la movilidad del sustrato arenoso.
Como ejemplo, encontramos especies favorecidas tales como Centaurea seridis, subsp. marítima. Más al interior se halla la zona de saladar, en donde abundan especies crasas como las “sosas” (Arthrocnemum sp.). La especie emblemática de estas zonas de humedales es el tamarindo (Tamarix sp.), aunque actualmente su presencia es debida a introducción por el hombre. Otra planta introducida es el "bàlsam" (Carpobrotus acinaciformis y Carpobrotus edulis), cultivada como ornamental y naturalizada en sistemas dunares y en zonas litorales.


De interés

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Especies vegetales de la playa del Tamarit

- Bibliografía
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